Apego

  1. Alimentación con amor y respeto.

  2. Responder con sensibilidad.

  3. Contacto maternal.

  4. Garantizar el sueño seguro física y emocionalmente.

  5. Proporcionar el cuidado cariñoso constante.

  6. Practicar la disciplina positiva.

  7. Búsqueda del equilibrio entre la vida personal y familiar.

Debemos ser claros en el establecimiento de los límites y en el cumplimiento de los castigos cuando los establecemos, pero, del mismo modo, sabremos dar un soporte afectivo real dedicándoles el tiempo necesario.

Ante conductas disruptivas (rabietas, desobediencia, etc.) podemos aplicar los métodos tradicionales de modificación de conducta, como el tiempo fuera o el coste de la respuesta (retirada de algún privilegio). No obstante, es importante tener en cuenta algunos detalles en su aplicación dentro de este colectivo:

  • Ante episodios disruptivos, no alzar la voz, no mostrarse excesivamente nervioso lo que podría suponer un empeoramiento de las          cosas. Tampoco intente razonar nada con el niño en ese momento. Limítese a retirar al niño del escenario (cuando sea posible) o retírense los padres dejándolo temporalmente sólo.
  • Hágale saber que está decepcionado con su comportamiento (no con él) y que eso pone triste a los padres. De lo que se trata es de marcar una distancia física y emocional de forma momentánea con el niño. La idea es que si lo que quiere es llamar nuestra atención o ponernos a prueba no lo va a conseguir por estos medios y deberá corregirlos. El niño irá aprendiendo e interiorizando estos patrones aunque puede llevarle algún tiempo. Muchas de estas conductas obedecen a mecanismos inconscientes y fuera del control voluntario del niño.
  • Los razonamientos con nuestros hijos acerca de sus emociones y conductas deben siempre hacerse en frío, en momentos tranquilos. Con los más pequeños nos ayudarán cuentos que escenifiquen situaciones parecidas a las que intentamos controlar.

Potenciar una buena vinculación

Siempre supone establecer unos canales comunicativos eficaces. En este sentido es importante saber escuchar: Tomar con seriedad cada pregunta y ofrecerle una respuesta clara y entendible a su edad. Podemos ayudarnos de ejemplos con personas o situaciones que el niño conoce y le resultan familiares.

Aprender a expresar emociones y sentimientos

Es muy importante fomentar la expresión y comunicación de emociones. A medida que el niño es capaz de verbalizar sus sentimientos reduciremos miedos, aumentaremos su autoestima y disminuirán las conductas desadaptadas.

Una forma de hacerlo es creando espacios dedicados a hablar de ellos. En nuestra página: El Diario emocional se expone un instrumento que puede resultar útil en estos casos.

Decir la verdad. Explicar su origen.

En niños adoptados con solo meses de vida no tendrán recuerdos del pasado y a partir de los tres años y dependiendo del grado de madurez del niño, es posible que empiece a hacer preguntas. Debemos evitar el riesgo que le llegue información por otras vías, en especial, justo cuando comience a ir al colegio y, por tanto, deberemos explicarle su origen. Esto debe hacerse progresivamente, con mucha naturalidad, evitando los detalles dolorosos.

Es muy importante transmitirle que él siempre fue muy deseado y aunque creció en otra tripa, sus papas actuales ya lo estaban esperando para ser todos felices.

En todo caso se recomienda que la revelación de la adopción se haga antes de los 6 años.

Para los niños provenientes de otras culturas o países, es necesario ir trabajando un recuerdo positivo del mismo, en especial con niños de más de 7 u 8 años. Se trata de integrar su pasado con respeto a sus orígenes y su presente. Esto puede ayudarle a formar una personalidad más estable y segura.